viernes, 27 de julio de 2012

Monstruoso Monkiki.


Les reglo un cuento, que he escrito pensando en todos los otros y las otras que no entienden nada de monstruos, todavía...

Monstruoso Monkiki

Monkiki quería tan solo tomar un buen plato de sopa caliente y platicar con los otros sobre lo bello que sentía de ser un monstruo tan único como el, pero en cuanto se acerco a la ciudad los otros, comenzaron a gritar -!Un monstruo!, !Un monstruo!- Gritaban y corrían todos aterrados por la casa, la otra se acerco a Monkiki pero en cuanto él intento sonreírle para saludar, ella exclamo – !Eres un monstruo, tienes una cara espantosa!- Monkiki dejo de intentar sonreír para no asustar a nadie y se disculpo por su espantosa cara, la otra muy acomedida entonces le dijo que podía acompañarle, siempre y cuando usase una máscara con una sonrisa linda dibujada. Monkiki acepto al principio con tal de acompañar a su amiga, pero tener que usar esa máscara siempre que fuera a una fiesta con la otra en realidad no le gustaba, la máscara le daba calor, le impedía mostrar su verdadero rostro y por lo tanto cuando reía era incapaz de sentír que la risa fuera suya.

Otro día Monkiki supo que iba a haber un concurso de danza y se inscribió, pero justo antes de salir al escenario para mostrar sus pasos, se le acerco el otro para decirle que necesitaba usar un traje especial para que la gente no viera lo monstruoso que era y que por favor también se pusiera la máscara de sonrisa que le había confeccionado la otra para que no se viera mal, no sea que espantase a los jueces y perdiese por default. Monkiki no estaba seguro de querer usar la máscara, y tampoco quería ponerse el traje porque sentía que lo apretaba por todas partes y no lo dejaba lucir sus mejores pasos; pero como quería y confiaba en los otros acató el consejo,  poniéndose la máscara y el traje.

Ya se imaginarán ustedes lo complicado que fue para Monkiki bailar con ese traje y esa máscara puesta, cuando intento dar un paso el traje le ajustó tanto que por no romperlo Monkiki tuvo que cambiar el paso, después en una vuelta la máscara estuvo a punto de caer del rostro de Monkiki al suelo, justo cuando Monkiki intentaba detenerla, no vio hacia dónde iba y cayó del escenario. Monkiki estaba molesto con él mismo y con los otros, porque lo habían ayudado a usar ese traje y esa máscara que tanto problema le habían causado en el escenario; sin embargo a los jueces les pareció que Monkiki sólo estaba nervioso, así que le dieron una segunda oportunidad, esta vez Monkiki domino los pasos que su traje le permitía hacer y al dar las vueltas se las ingenio para que la máscara no cayera. Aún así por falta de gracia no alcanzó un lugar para llegar a la final.

Monkiki se sentía triste y desilusionado consigo mismo, nada de lo que había querido hacer funcionaba, salió a la calle y se sentó en una banqueta, pero al hacerlo se rompió un pedacito del traje que le había dado el otro. La máscara hacia que se viera feliz, así que por un rato trato de fingir que lo estaba; el traje seguía roto e incomodándolo, las ilusiones de Monkiki rotas también, pero la máscara feliz cubriendo sus lagrimas … finalmente decidío huír de sí mismo al bosque.  Monkiki, caminó hacia el bosque y muchos otros lo vieron, pero nadie sospecho la profunda tristeza de Monkiki porque traía puesta su máscara feliz, y aunque al verlo con el traje roto la gente preguntaba; él sólo cse dedicó a contestar  sarcásticamente “un cambio de look para verme más lindo”. La cara de los otros al verlo con el traje roto en lugar de más lindo, mostraban caras de duda o se burlaban de él y su ridículo intento por tratar de mostrarse lindo con el traje roto, quedó en el olvido. Otros también lo criticaron por intentar verse lindo con un trabje roto, pero nadie dio cuenta de lo que a Monkiki le pasaba en realidad.

Monkiki se sintío aún más triste con los comentarios de los otros y huyo al bosque con más prisa; más triste que nunca se quitó la máscara, y después de mucho tiempo de fingir ser feliz, de no dejar que nadie lo viera triste, comenzó a llorar desconsoladamente, abandonó la máscara y camino al interior del bosque. Todas las lagrimas que Monkiki tiró a lo largo de su camino dentro del bosque se fueron convirtiendo en lindas flores o frondosos champiñones, Monkiki cansado de llorar y con los ojos hinchados llego a un claro dónde se encontraba un manantial y se quedó dormido junto a él, escuchar el sonido del agua brotando lo relajaba, así que poco antes de quedarse dormido salió una sonrisa de su rostro la cuál permitió que algunas luciernagas que estaban cansadas de brillar, pudieran volver a prender luz como si la noche no hubiera aún llegado.

Las luciernagas agradecidas por la sonrisa de Monkiki velaron toda la noche su sueño y al despertar le confesaron el secreto del bosque, “en el manantial frente a ti- le dijeron a Monkiki- brota agua mágica, si tomas un poco se te concederá un deseo”- Perfecto!- pensó Monkiki- Si tomo un poco de agua no tendré que usar más la máscara ni el traje y todos me van a querer por como soy; así que tomo un puñado grande de agua y justo cuando lo iba a colocar en su boca una voz desde el fondo del manantial hablo – ¿Estás seguro de que quieres tener la sonrisa de la máscara feliz y el cuerpo como cuando usas el traje?... Piénsalo bien Monkiki, podrías convertirte en un monstruo si lo haces.

No había mensaje más desconcertante que Monkiki pudiera haber escuchado -¿Acaso no soy ya un monstruo?- preguntó Monkiki, - ¡Desde luego que no!- contestó el manantial y prosiguió - ¿Dónde se ha visto que un monstruo pueda con una sonrisa iluminar a otros, o que sus lagrimas puedan curar la sequía de los caminos? - protesto molesto el manantial- Pero es que mi sonrisa es horrible- dijó apenado Monkiki- en la ciudad la otra, que me quiere mucho; me ha hecho una máscara feliz para que no asuste a la gente y el otro me dio un traje especial para que pueda bailar y agrade a todos – contó Monkiki un poco desilusionado al manantial – Monkiki, has pensado ya en ¿porque te sientes molesto con la máscara y con el traje? - Preguntó el manantial.

Monkiki se quedó pensando un rato y volvió sobre sus pasos en el camino del bosque, cuando iba caminando dio cuenta de que había nuevas flores en el camino y además también había champiñones, su comida favorita; sin poder evitar la curiosidad Monkiki regresó al manantial y pregunto -¿Cómo es que han crecido tan bellas flores en el camino de regreso y deliciosos champiñones? ayer cuando venía hacia acá no los pude ver.

Son producto de las lagrimas que han ido limpiando las tristezas de tu corazón, las lagrimas de nostalgia se han hecho flores; porque necesitas recordar que la vida tiene sorpresas para ti, y las lagrimas de desilusión se volvieron champiñones porque siempre es bueno ante los problemas tener una deliciosa cena con los amigos para compartir nuestras penas - contestó riendo el manantial. Monkiki asombrado de la sabiduría sobre él que tenía el manantial volvió a preguntar inquieto – Entonces, si mis lagrimas pueden hacer eso ¿quiere decir que siempre voy a tener que llorar para poder estar con otros? – No, Monkiki, porque tu sonrisa es la capacidad más monstruosa que tienes, con una sola puedes hacer que más de cien luciernagas se iluminen en la noche cuando estaban cansadas de brillar o bien puedes ayudar a las estrellas y a la luna a guiar el camino de los navegantes en la noche – contestó el manantial.

Feliz con las respuestas Monkiki tomó un poco de agua de manantial para beberla y cumplir su deseo, pero antes de poderla tomar su sonrisa reflejada en el agua le devolvió el brillo que le faltaba a su mirada; con premura dejó el agua de regreso en el manantial y corrió hacia la ciudad. Cuando el otro y la otra le preguntaron por su máscara y el traje, Monkiki respondió orgulloso – No los usaré más, ¿Quierén saber porqué? Porque, ¡soy monstruosamente lindo! mi sonrisa es mejor y más auténtica que la de la máscara y mis pasos de baile salen mejor cuando no me siento apretado por el traje y con ganas de llorar – Los otros, no entendían porque Monkiki no quería usar los atuendos que con tanto cariño le habían confeccionado, hasta que Monkiki sin miedo a lo horrible que pudiera resultarles su sonrisa y que los otros quisieran cubrirlo de nuevo, les mostró una linda y brillante sonrisa. La otra dijo que no era la mejor sonrisa pero que ya no daba miedo, y el otro aunque dudoso de lo que pasaría en el próximo baile de Monkiki decidió no obligarlo a usar el traje.

Pronto llegó una invitación para una fiesta a la casa de los otros, Monkiki se sentía muy nervioso, temía que la otra quisiera ponerle de nuevo la máscara y el otro el traje; pero los otros por primera vez desde que Monkiki vivía con ellos permitierón que fuera tal cual era a la fiesta. Monkiki por primera vez no se sintío molesto, ni apretado, ni apenado, ni incómodo por que los otros le dijeran que hacer o como actuar, simplemente se mostró tan monstruoso como era y su sonrisa ilumino a todos en la fiesta. Estaba tan contento que sus dos lagrimas rodaron  por su mejilla, dichas lagrimas se convirtieron en frondosos arboles frutales de los que todos pudieron comer en la fiesta. Monkiki escucho decir a las luciernagas que las lagrimas de alegría también brotan del corazón cuando nuestra felicidad es tanta que se desborda y podemos compartirla con todo el mundo.

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