Les reglo un cuento, que he escrito pensando en todos los otros y las otras que no entienden nada de monstruos, todavía...
Monstruoso Monkiki
Monkiki quería
tan solo tomar un buen plato de sopa caliente y platicar con los otros sobre lo
bello que sentía de ser un monstruo tan único como el, pero en cuanto se acerco
a la ciudad los otros, comenzaron a gritar -!Un monstruo!, !Un monstruo!- Gritaban
y corrían todos aterrados por la casa, la otra se acerco a Monkiki pero en
cuanto él intento sonreírle para saludar, ella exclamo – !Eres un monstruo,
tienes una cara espantosa!- Monkiki dejo de intentar sonreír para no asustar a
nadie y se disculpo por su espantosa cara, la otra muy acomedida entonces le
dijo que podía acompañarle, siempre y cuando usase una máscara con una sonrisa
linda dibujada. Monkiki acepto al principio con tal de acompañar a su amiga,
pero tener que usar esa máscara siempre que fuera a una fiesta con la otra en
realidad no le gustaba, la máscara le daba calor, le impedía mostrar su
verdadero rostro y por lo tanto cuando reía era incapaz de sentír que la risa
fuera suya.
Otro día Monkiki
supo que iba a haber un concurso de danza y se inscribió, pero justo antes de
salir al escenario para mostrar sus pasos, se le acerco el otro para decirle
que necesitaba usar un traje especial para que la gente no viera lo monstruoso
que era y que por favor también se pusiera la máscara de sonrisa que le había
confeccionado la otra para que no se viera mal, no sea que espantase a los
jueces y perdiese por default. Monkiki no estaba seguro de querer usar la
máscara, y tampoco quería ponerse el traje porque sentía que lo apretaba por
todas partes y no lo dejaba lucir sus mejores pasos; pero como quería y
confiaba en los otros acató el consejo,
poniéndose la máscara y el traje.
Ya se imaginarán
ustedes lo complicado que fue para Monkiki bailar con ese traje y esa máscara
puesta, cuando intento dar un paso el traje le ajustó tanto que por no romperlo
Monkiki tuvo que cambiar el paso, después en una vuelta la máscara estuvo a
punto de caer del rostro de Monkiki al suelo, justo cuando Monkiki intentaba
detenerla, no vio hacia dónde iba y cayó del escenario. Monkiki estaba molesto
con él mismo y con los otros, porque lo habían ayudado a usar ese traje y esa
máscara que tanto problema le habían causado en el escenario; sin embargo a los
jueces les pareció que Monkiki sólo estaba nervioso, así que le dieron una
segunda oportunidad, esta vez Monkiki domino los pasos que su traje le permitía
hacer y al dar las vueltas se las ingenio para que la máscara no cayera. Aún
así por falta de gracia no alcanzó un lugar para llegar a la final.
Monkiki se
sentía triste y desilusionado consigo mismo, nada de lo que había querido hacer
funcionaba, salió a la calle y se sentó en una banqueta, pero al hacerlo se
rompió un pedacito del traje que le había dado el otro. La máscara hacia que se
viera feliz, así que por un rato trato de fingir que lo estaba; el traje seguía
roto e incomodándolo, las ilusiones de Monkiki rotas también, pero la máscara
feliz cubriendo sus lagrimas … finalmente decidío huír de sí mismo al
bosque. Monkiki, caminó hacia el bosque
y muchos otros lo vieron, pero nadie sospecho la profunda tristeza de Monkiki
porque traía puesta su máscara feliz, y aunque al verlo con el traje roto la
gente preguntaba; él sólo cse dedicó a contestar sarcásticamente “un cambio de look para verme
más lindo”. La cara de los otros al verlo con el traje roto en lugar de más
lindo, mostraban caras de duda o se burlaban de él y su ridículo intento por
tratar de mostrarse lindo con el traje roto, quedó en el olvido. Otros también
lo criticaron por intentar verse lindo con un trabje roto, pero nadie dio
cuenta de lo que a Monkiki le pasaba en realidad.
Monkiki se
sintío aún más triste con los comentarios de los otros y huyo al bosque con más
prisa; más triste que nunca se quitó la máscara, y después de mucho tiempo de
fingir ser feliz, de no dejar que nadie lo viera triste, comenzó a llorar
desconsoladamente, abandonó la máscara y camino al interior del bosque. Todas
las lagrimas que Monkiki tiró a lo largo de su camino dentro del bosque se
fueron convirtiendo en lindas flores o frondosos champiñones, Monkiki cansado
de llorar y con los ojos hinchados llego a un claro dónde se encontraba un
manantial y se quedó dormido junto a él, escuchar el sonido del agua brotando
lo relajaba, así que poco antes de quedarse dormido salió una sonrisa de su
rostro la cuál permitió que algunas luciernagas que estaban cansadas de
brillar, pudieran volver a prender luz como si la noche no hubiera aún llegado.
Las luciernagas
agradecidas por la sonrisa de Monkiki velaron toda la noche su sueño y al despertar
le confesaron el secreto del bosque, “en el manantial frente a ti- le dijeron a
Monkiki- brota agua mágica, si tomas un poco se te concederá un deseo”-
Perfecto!- pensó Monkiki- Si tomo un poco de agua no tendré que usar más la
máscara ni el traje y todos me van a querer por como soy; así que tomo un
puñado grande de agua y justo cuando lo iba a colocar en su boca una voz desde
el fondo del manantial hablo – ¿Estás seguro de que quieres tener la sonrisa de
la máscara feliz y el cuerpo como cuando usas el traje?... Piénsalo bien
Monkiki, podrías convertirte en un monstruo si lo haces.
No había mensaje
más desconcertante que Monkiki pudiera haber escuchado -¿Acaso no soy ya un
monstruo?- preguntó Monkiki, - ¡Desde luego que no!- contestó el manantial y prosiguió
- ¿Dónde se ha visto que un monstruo pueda con una sonrisa iluminar a otros, o
que sus lagrimas puedan curar la sequía de los caminos? - protesto molesto el
manantial- Pero es que mi sonrisa es horrible- dijó apenado Monkiki- en la
ciudad la otra, que me quiere mucho; me ha hecho una máscara feliz para que no
asuste a la gente y el otro me dio un traje especial para que pueda bailar y
agrade a todos – contó Monkiki un poco desilusionado al manantial – Monkiki,
has pensado ya en ¿porque te sientes molesto con la máscara y con el traje? -
Preguntó el manantial.
Monkiki se quedó
pensando un rato y volvió sobre sus pasos en el camino del bosque, cuando iba
caminando dio cuenta de que había nuevas flores en el camino y además también
había champiñones, su comida favorita; sin poder evitar la curiosidad Monkiki
regresó al manantial y pregunto -¿Cómo es que han crecido tan bellas flores en
el camino de regreso y deliciosos champiñones? ayer cuando venía hacia acá no
los pude ver.
Son producto de
las lagrimas que han ido limpiando las tristezas de tu corazón, las lagrimas de
nostalgia se han hecho flores; porque necesitas recordar que la vida tiene
sorpresas para ti, y las lagrimas de desilusión se volvieron champiñones porque
siempre es bueno ante los problemas tener una deliciosa cena con los amigos
para compartir nuestras penas - contestó riendo el manantial. Monkiki asombrado
de la sabiduría sobre él que tenía el manantial volvió a preguntar inquieto –
Entonces, si mis lagrimas pueden hacer eso ¿quiere decir que siempre voy a
tener que llorar para poder estar con otros? – No, Monkiki, porque tu sonrisa
es la capacidad más monstruosa que tienes, con una sola puedes hacer que más de
cien luciernagas se iluminen en la noche cuando estaban cansadas de brillar o
bien puedes ayudar a las estrellas y a la luna a guiar el camino de los
navegantes en la noche – contestó el manantial.
Feliz con las
respuestas Monkiki tomó un poco de agua de manantial para beberla y cumplir su
deseo, pero antes de poderla tomar su sonrisa reflejada en el agua le devolvió
el brillo que le faltaba a su mirada; con premura dejó el agua de regreso en el
manantial y corrió hacia la ciudad. Cuando el otro y la otra le preguntaron por
su máscara y el traje, Monkiki respondió orgulloso – No los usaré más, ¿Quierén
saber porqué? Porque, ¡soy monstruosamente lindo! mi sonrisa es mejor y más
auténtica que la de la máscara y mis pasos de baile salen mejor cuando no me
siento apretado por el traje y con ganas de llorar – Los otros, no entendían porque
Monkiki no quería usar los atuendos que con tanto cariño le habían
confeccionado, hasta que Monkiki sin miedo a lo horrible que pudiera
resultarles su sonrisa y que los otros quisieran cubrirlo de nuevo, les mostró
una linda y brillante sonrisa. La otra dijo que no era la mejor sonrisa pero
que ya no daba miedo, y el otro aunque dudoso de lo que pasaría en el próximo
baile de Monkiki decidió no obligarlo a usar el traje.
Pronto llegó una
invitación para una fiesta a la casa de los otros, Monkiki se sentía muy
nervioso, temía que la otra quisiera ponerle de nuevo la máscara y el otro el
traje; pero los otros por primera vez desde que Monkiki vivía con ellos
permitierón que fuera tal cual era a la fiesta. Monkiki por primera vez no se
sintío molesto, ni apretado, ni apenado, ni incómodo por que los otros le
dijeran que hacer o como actuar, simplemente se mostró tan monstruoso como era
y su sonrisa ilumino a todos en la fiesta. Estaba tan contento que sus dos
lagrimas rodaron por su mejilla, dichas
lagrimas se convirtieron en frondosos arboles frutales de los que todos
pudieron comer en la fiesta. Monkiki escucho decir a las luciernagas que las
lagrimas de alegría también brotan del corazón cuando nuestra felicidad es
tanta que se desborda y podemos compartirla con todo el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario